Cada día el
sol se ruborizaba
cuando se
iba a dormir,
sonrojadas
sus mejillas,
dejaba
escuchar a lo lejos,
ecos del
amor, de nuestro amor,
donde tus
susurros y los míos
envolvían el
atardecer.
Y cuando más
te quería…
te fuiste,
te alejaste de mí,
llevándote
tu ternura,
y sólo me
quedan las ganas
de rogarte
que recuerdes,
cada día,
con una sonrisa
aquellas
tardes, en que tras la montaña
el sol se escondía
avergonzado.
Shedar
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Gracias pór comentar en mi blog, me da ánimos para seguir escribiendo, un abrazo
Agradezco sinceramente y de corazón que leas mi blog y comentes, es un premio para mí.Un abrazo y con el va mi corazón.