Mis ojos se
deslizaban por el paisaje,
el lago de
cristalinas aguas, los bosque de coigues
se reflejaban
en el agua calma de color esmeralda,
en esos
momentos apenas movida por el viento.
Al atardecer
la brisa inunda mis sentidos junto con el aroma
que hacía
ensanchar mis pulmones de paz.
Mi mente
entraba en armonía con mi corazón para encontrarte,
estirando el
tiempo cual resina, nada me detuvo…
hasta que convergimos
en mi corazón, escuchando la música
que la
naturaleza tranquila me brindaba,
besándote
todas las veces que he respirado,
acariciándote
todo el tiempo que mi corazón ha latido,
me dije
entonces… tantas palabras escritas, tantas dichas,
sin embargo tú,
solo tú, significabas todo, todo para mí.