Esa noche
su cuerpo reposaba
entre las sabanas
reclamando amor,
su pelo cual
cascada sobre la almohada
sus ojos
cerrados.
Revolvía sus
pensamientos en la mente,
donde sus
sueños se escondían
silenciados
a la luz del sol,
sus sueños,
si, esos, transgresores,
retorcidos, pecadores,
quebrantadores.
Esa noche
se negaba a revivirlos,
lágrimas
rodaban por las lomas de sus senos,
queriendo
dejarlos en caminos lejanos
sin reflejos de besos dados,
sus siluetas,
sus pasos, nadie seguía.
Esa noche
hasta las sombras se habían hundido
en el dolor,
escapándose entre sus dedos la luna.
Shedar