jueves, 21 de abril de 2011

Ojitos con voz

Me miraba fijo, 
blanco, crespito y pequeño, 
brillantes  sus pupilas
lo llamé por su nombre, 
obediente como siempre, 
movía feliz su pequeña colita 
de lápiz sin punta
y vino hacia mi tranquilo siempre. 
Se acostaba en su cama regalada 
por mi hermana, sobre una roja frazada 
para  sentirse de seguro más abrigado 
porque después del corte de pelo 
se puso friolento, la bisabuela 
le compró una capita de cielo azul estrellado 
la que aceptó enseguida, 
me miraban sus circulares ojitos 
de noche oscura, agradecido por ese calorcito 
adicional que le había llegado, 
ya no dormía afuera, su lugar había cambiado,  
ahora abrigado porque el frío 
ya se ha acercado y pasa acostado, 
a veces corre y juega…saltando como cordero, 
y al vernos reír arremete con más fuerzas 
sus carreras y saltos, rapidito se sienta  
y vuelve sin dejar de mirar mis ojos, 
agradecido por el cariño y la entretención, 
sus ojitos brillantes me dicen gracias por el amor 
¡¡Como me llegan al corazón!!… 
Esos ojitos circulares de noche oscura de pena y amor.

Shedar                 


Un hostal

Estaba en el hostal como  mis compañeros, cuyas tripas apremiantes exigían ser escuchadas…aparcábamos  nuestros camiones enormes a orillas del camino, revisábamos si las cargas seguían bien estivadas, que parecían con las luces de la carretera enormes monstruos, era parada obligada para recuperar energías y espantar el sueño, todos conversaban alegremente, reían y bromeaban, hombres sacrificados, luchadores, entusiastas, rudos, de barbas crecidas, morenos, de miradas  penetrantes y oscuras.
Estrellado el cielo sin luna había llegado para quedarse largas horas, cuando veo entrar por la puerta del hostal (que estaba cerrada por el típico  frío sureño) y yo sentado casi  frente a la entrada del lugar de rústica madera, que lo hacia en alguna medida acogedor, y un ventanal que permitía ver a través de él por las luces de los que  transitaban veloces.
Entra una pareja, el muy alto, atractivo, varonil, pelo claro,  de musculosos brazos, ancho y fornido pecho, amplia sonrisa, que también  había estacionado su monstruo en la calzada, ella pequeña, delgada,  de largo cabello  algo colorín, atractiva, seria, miraba el lugar, piden la cena… mientras esperan  que llegue una exquisita cazuela, juntos se van a duchar… Allí ella desata  su pasión, sentía a través de  las delgadas paredes de madera, que hacían con desenfreno el amor, después de  no sé cuanto tiempo aparecen tranquilos, se sientan a la mesa, cenan y sin mirar a ningún lado, parten del lugar, subiendo al enorme camión que les esperaba mudo testigo de  la intensa pasión que vivían, parte devorando la carretera…

Shedar