jueves, 21 de abril de 2011

Un hostal

Estaba en el hostal como  mis compañeros, cuyas tripas apremiantes exigían ser escuchadas…aparcábamos  nuestros camiones enormes a orillas del camino, revisábamos si las cargas seguían bien estivadas, que parecían con las luces de la carretera enormes monstruos, era parada obligada para recuperar energías y espantar el sueño, todos conversaban alegremente, reían y bromeaban, hombres sacrificados, luchadores, entusiastas, rudos, de barbas crecidas, morenos, de miradas  penetrantes y oscuras.
Estrellado el cielo sin luna había llegado para quedarse largas horas, cuando veo entrar por la puerta del hostal (que estaba cerrada por el típico  frío sureño) y yo sentado casi  frente a la entrada del lugar de rústica madera, que lo hacia en alguna medida acogedor, y un ventanal que permitía ver a través de él por las luces de los que  transitaban veloces.
Entra una pareja, el muy alto, atractivo, varonil, pelo claro,  de musculosos brazos, ancho y fornido pecho, amplia sonrisa, que también  había estacionado su monstruo en la calzada, ella pequeña, delgada,  de largo cabello  algo colorín, atractiva, seria, miraba el lugar, piden la cena… mientras esperan  que llegue una exquisita cazuela, juntos se van a duchar… Allí ella desata  su pasión, sentía a través de  las delgadas paredes de madera, que hacían con desenfreno el amor, después de  no sé cuanto tiempo aparecen tranquilos, se sientan a la mesa, cenan y sin mirar a ningún lado, parten del lugar, subiendo al enorme camión que les esperaba mudo testigo de  la intensa pasión que vivían, parte devorando la carretera…

Shedar                   





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