Allí estaba, me sobraba
la brisa helada de la montaña,
los latidos del corazón que entristecido,
no me permitían compaginar pensamientos
tal si fuera un pequeño libro
de páginas dolorosamente perdidas,
le sobraban gotas a la lluvia de mis ojos,
un río caudaloso las llevaba raudo lejos,
muy lejos del desdén y los engaños ocultos
bajo un manto lejano de pensamientos locos,
cuyo daño huracanado
perdían su querer confiado,
una vez más, aplastado, pisoteado
sumido en las sombras, le sobraba todo aquello
que quiso entregar, ahora sólo el vacío en mis manos
extendidas abiertas quedó desvanecido.
el yo te quiero, que anhelante, le plasmó un día
de loco fluir del corazón…sobraban.
la brisa helada de la montaña,
los latidos del corazón que entristecido,
no me permitían compaginar pensamientos
tal si fuera un pequeño libro
de páginas dolorosamente perdidas,
le sobraban gotas a la lluvia de mis ojos,
un río caudaloso las llevaba raudo lejos,
muy lejos del desdén y los engaños ocultos
bajo un manto lejano de pensamientos locos,
cuyo daño huracanado
perdían su querer confiado,
una vez más, aplastado, pisoteado
sumido en las sombras, le sobraba todo aquello
que quiso entregar, ahora sólo el vacío en mis manos
extendidas abiertas quedó desvanecido.
el yo te quiero, que anhelante, le plasmó un día
de loco fluir del corazón…sobraban.