La
melancolía ataca sin piedad mi corazón.
Y quise
crearme esta noche lluviosa,
un sueño para
conocer la tristeza.
Tal vez así,
comprenda la felicidad y vivas en mí.
Cuando
suavemente en un lienzo deslices el pincel,
pintando acuarelas
de bellos atardeceres marinos,
así tus
labios en los míos derretirán lentamente mi corazón.
Es cuando el
cielo preparará un bello lugar para mí.
Porque mi
soledad de hoy ha mantenido la dignidad,
esa dignidad,
que he defendido callada, en un agónico silencio
que se protege
con el impertérrito tiempo,
cual tumba
de cementerio olvidada.
Dignidad, si,
que no has tenido en tu vida y nada será más triste
que la noche
que vive en tu corazón y tu vida.
No obstante
el viento en el que me deslizo
comprimirá tus
labios y tú piel,
perdiéndose mi
mirada diáfana, triste y melancólica,
en tus
acuarelas de atardeceres sin mí.
Shedar.