De pronto la luna traviesa,
esta noche, de redonda carita…
tras un eucaliptos jugaba,
un follaje sobrepuesto
de magia rebozaba,
dos
orejas de conejo aparecían,
instantes después , en un paso del
viento…
unas ramas juguetonas… un trozo le desaparecían,
y en un movimiento tenebroso del follaje…
dos ojos brillantes y romboides diabólicos
titilaban
el viento se paseaba, iba y venía… cuando
apareció un corazón,
duró suspendido largos, largos instantes
y tanto fue, que pensé… si sería el
tuyo tan vacilante
los eucaliptos continuaban suspendidos
en el cielo
y en unos momentos ella se despedía triunfante
tras los árboles del cerro, lanzando
rayos y rayos de luz,
final de espectáculo en un gran
escenario,
instantes tardíos… la luna se
resistía dormir tras el río,
era el viento celoso que abrazaba los
follajes…
escondiéndola del frío, la luz se fue de mis ojos,
con esa magia nocturna, donde vivo