Me quedo a
veces sintiendo que le debo flores
a mis
cicatrices, pues mi corazón valiente,
estoico,
resistió el dolor que le causaste,
este, que la
gente no ve, ni menos tú,
pues se
esconden detrás de la desilusión.
Hay tanto
silencio en las heridas que no sangran,
en las lágrimas
que nada lavan y gritos que nadie escucha,
más un
profundo dolor que nadie ni nada sana.
Y me habría
gustado que dejaras huellas, pero sin herirme,
ya que
dejaste laceraciones en mi alma imposibles de borrar.
Shedar