martes, 2 de agosto de 2011

Fantasmas


Cobijado en una cabina telefónica 
parecía un fantasma,
temeroso de ser visto 
y también de no serlo, 
conocedores ambos 
de lo que los demás ignoran, 
porque nadie sospecha 
de sus desvíos, mientras por las rendijas 
entre bocinas y transeúntes, abrazaban
cada uno de sus abrazos, 
besaban cada uno de sus besos,  
le vestían con cada uno de los te quiero, 
llenaban su alma con el cántico 
de los te deseo y la dulzura de sus voces 
y así  un oleaje de intensas palabras, 
llevadas y traídas, invisibles por el viento 
sinuoso cómplice de amores casi furtivos, 
suspendidas quedaban atrapadas entre el reflejo 
del intenso calor, y la llovizna que lejana, 
que de continente a continente los abrazaban 
y los distanciaban, sin preguntarles a las olas 
si habían muerto por su querer, 
como fantasmas de amor 
se perdían entre ráfagas de viento, 
cuyo puerto, invisible se había vuelto…

Shedar