Me erizas
los sentidos cuando a ti me acerco.
Lentamente
me invaden las mariposas
que
revolotean las longitudes de mi cuerpo,
ajusticiando
mi vellocino encarcelada para ti,
a la espera de tu llegada que su sentir anhelo.
Tus manos,
recorriendo mis montes y llanos,
suaves,
eufóricas, vuelan en sinuosos senderos
sin temores
llenas de ternura, deseo y amor,
estrujando curvas, paseando enloquecidas
por mis
frutas ofrecidas, que dan su jugo por
ti…
entonces,
mis ojos se abren dando paso a mis lágrimas
que, unidas cual enredaderas a la lluvia,
incesantes
caen ésta noche en agónicos truenos
gimiendo tu nombre mi garganta.
Anhelante el
viento me envuelve abrazando
las
mariposas que me mueven hacia ti,
sin
reservas con mis sentidos despiertos,
te digo que te siento…Sin reservas pegadas nuestras
carnes.
Porque como
siempre y desde que entraste a mi vida,
te he amado
cada noche.
Y sin verte.