martes, 3 de mayo de 2011

Distancia

Ellos se conocieron de manera casual, el apareció en su vida, con un encanto, que la subyugó… Se descubrieron mutuamente cada mañana, un  sonido que traía el viento, suave seductor de emociones…Ella  respondía un llamado de larga distancia como cada día. En estos meses acompañados de un buen café con natilla, una  hermosa plaza era mudo testigo de  la complicidad de sus conversaciones, él atractivo, inteligente, sensible y educado, de una voz cuyo acento español le encantaba, su simpatía, su risa, todo él, la hacia estremecer. Ella una bellísima y muy atractiva mujer, inteligente, sensible, de gran simpatía y suave voz, ambos estaban encandilados…Así, a la distancia nacía tal vez el amor en sus corazones… pero, algo pasó a los pocos meses… En realidad, desde donde estoy me parecía extraña la situación que vivían, algo no me cuajaba, a ella le falto sinceridad, y a el , visión, sensibilidad, no vio realmente mas allá de ese  silencio vacío de palabras mudas, de miedos sin fin,  de las frías  mañanas de soledad  en compañía…  ¿no habría otros temas, que no fuera, ¿Una amiga, otro amor? En fin, las circunstancias se dieron y llevaron a que la mencionada amiga y el se conocieran, ocurrió  entonces que...
Ese encanto naciente a pesar de las horas compartidas, quedó allí estancado en un ir y venir de caminos sin destino, de sentimientos opacados por palabras calladas, que los llevaron sin luz a un camino dividido por la  involuntariedad  e  ignorancia  de quien intenta terminar lo no comenzado, llega a su fin, pero, algo le hace avanzar y retroceder…
La amiga en este tiempo conoció de  él  un aspecto de su vida, intenso como él, su soledad no asumida, sus miedos ocultos a quedar solo, a perder a quien amaba, a enfrentar la vida  en solitario, su impotencia frente a la vida desprendida como hoja en otoño, que  se resiste  a ser  arrebatada, sus búsquedas constantes y profundidad de análisis fortalecidas, impotentes ante un sufrimiento encarnecido, con un  dejo de  autocompasión, que lo llevan a buscar otras vibrantes y cristalinas aguas, como si se aferrase a un grueso tronco que le prodigara la fortaleza que se le escapa por las ramas, poseedor de letras y palabras precisas, conquistadoras de comprensión, lucha así, para  que no se debilite su amor por la vida, de  maravillarse con cada día. Desde  la fuerza de su corazón  y deseos de la carne, le siguen urgiendo en su búsqueda temprana, más vio que  ella elije un camino que no es aquel que deseaba para él pero, se apoya en  su pecho para decirle adiós, él no sintió en la distancia sus  tristes  y silentes ojos que…

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Shedar