Ya no sé si quiero pensarte,
ya no sé si
quiero soñarte,
ya no sé si quiero que tu sombra
en mis
sabanas pernocte.
Te pensé, te
soñé y te sentí tanto a mi lado,
que me vestí
de aire, envolvente y suave
para que
siempre en mis brazos estuvieses,
pero el
tiempo implacable caminaba sin descanso
y tú no
estabas, ¡quebrando tanto mi sentir!
Que mi
sombra se comenzó a esfumar
ya cansada de esperarte.
En una noche
oscura perdida en la nada,
mi fantasma
recorrió senderos sin luna,
plagados de
lluvias acaecidas,
porque a mí, ya no me rosaban
y tus susurros de mí se alejaban,
elevados
lejos por el viento funesto,
con un dolor
que se aleja y se pierde,
un sueño que
se esfuma con el sol,
un
pensamiento que olvida
que alguna
vez te quiso.