En dantescos arreboles se derrite mi
alma,
en sinuosos horizontes insinuantes de
amor,
cuando tus caricias aferradas a mi
piel
se consumen en pinceladas anaranjadas,
brillando mis ojos de amor por ti.
Mi alma te llama en cada atardecer
para brindarte en el fluir del confín
besos en el dulce vino de mi boca,
y mi pecho dispuesto para tu rostro
acariciar.
lejos los arpegios de una guitarra
advierten
que huele a peligro cuando te escribo,
acercándome a ti con mis labios en tu copa,
acaricio tu sombra y mi ser todo te
nombra,
llenándome de ti cada instante en que
respiro.
Y mi alma te llama...