Mi alma y su
tiempo
no
coincidieron conmigo,
en esta mi
pasada por la tierra.
En el
instante que mi alma
te miró a
los ojos, no vio
el cambio
raudo que hacías en ella,
pero que en
ese minuto mi corazón
no quiso
escuchar, haciendo oídos sordos.
Los años
hicieron su agosto,
entonces en
cosa de un instante,
murieron mis
pensamientos,
mis
placeres, mis deseos,
mi sangre en
carrera por tus venas,
me resigné a
vivir en soledad.
a la espera
del encuentro
con ese
tiempo de mi alma
que nunca
llega, que como hoja perenne
espera cada
día de tu luz.
Shedar