Nada me ha
dolido
ni
ensombrecido
tanto mi
alma y mi corazón
como tu
partida silenciosa,
cual nube en
el cielo enlutado.
Permanece en
el aire aún suspendido
lo
pusilánime de tu adiós,
tan pobre
como tu escape.
Y nada tan
triste la silente
súplica de
mi corazón que
fallecía a
gotas a tanta distancia,
y más aún,
con mis labios sellados.
Nada, ya
nada me importa,
porque nunca
fui mía
ni tampoco
tuya, sólo mis
lágrimas,
por la ausencia de ti.
Nada me ha
dolido
tanto como tu partida,
que mi
corazón permanece
de dolor
callado y desgarrado
de mi pecho,
perdido en una nube
en el
grisáceo manto sin estrellas.
Gota a gota
muere por ti.
Shedar