Se yergue en
lo alto de la montaña,
altivo,
orgulloso entre la niebla,
sus brazos
sostenidos por un largo cuello,
son mecidos
por el gélido viento aullante,
cargan el
sagrado alimento vital.
Los bosques protegidos,
amados, defendidos
con fuerza por
el pueblo Mapuche unidos
en un solo
corazón, vibrando en una sola alma.
Mas,
inescrupulosos no valoran, ni aprecian
estos
maravillosos bosques sagrados,
sometiéndoles
a cruel muerte entre las llamas.
Siendo ya difícil
y dura la vida en la montaña.
¡Como duele
el alma Mapuche y de todo hombre
bien nacido!
Shedar