Él es un
poema, viento, mi amigo.
En esos días
no me podía mover,
mas bien, no
podía mover mis piernas,
él me miraba
como entendiendo
que escribía
en esos momentos.
Su alma, sus
sentimientos conectaban con la mía,
que de
seguro, entendía mejor que yo.
Una noche se
puso ansioso, inquieto,
iba y volvía
por todo el dormitorio,
desde el escritorio
hasta mi lado,
mientras yo
leía un libro, una novela,
me trajo mi
cuaderno y el lápiz.
Escribí un
rato, era noche de temporal,
mientras
seguía mirándome fijamente,
cerré mi
cuaderno y le acaricié su cabeza,
apoyándola
al borde de mi cama, gimió,
le sonreí,
abrí mi cuaderno, movió su cola,
comencé a
leer en voz alta… Así, viento
se convirtió
en el primer y único lector
de mis
letras acompañadas sólo de viento.
Shedar