lunes, 13 de junio de 2011

Corazón de niño

Caminaba por el bosque de árboles altos, de hermoso follaje, de troncos delgados y le parecieron, a su alma de artista, la perfección misma, que inspiraban su alma... cuando encontró un hermoso tronco, reposando doloridamente sobre los otros y sus raíces llorosas casi humedecían sus pies, alguien vendría a buscarlo de seguro, de entre sus hermanos, venia una luz que estaba como aguantándole hasta mi llegada, sintió un vuelco en el pecho y corrió a buscar una sierra eléctrica corta con cuidado un trozo de una rama hermosa, espléndida sus ojos brillaban de emoción.
Llega a la casa y besa el brazo agonizante, se sienta en su silla de totora y saca de su bolsillo una cortaplumas, comienza a tallar sobre sus piernas, le llevó todo el resto del día limpiar la rama, quedó libre de hilos de madera y hojarascas, comienza a aparecer la madera viva, con un  cincel y un martillo, comienza lentamente con suavidad y un amor que afloraba por sus manos y su rostro concentrado, serio y de profunda mirada que observaba a cada golpe el trozo de madera, ya de madrugada lo deja tapado con una sabana blanca con mucha delicadeza lo deja dentro de un baúl. Se duerme y sonríe, su obra comienza a tener vida. 
Al amanecer se levanta y se dirige directo al baúl con cuidado observa su trabajo y comienza nuevamente, va dando forma con paciencia una y otra vez, su cortaplumas volaba suavemente, como el ala de una pequeña ave sobre… lo que seria su obra maestra, soplaba de vez en cuando sobre el, también lo acariciaba y volvía a tallar, así pasaron largos días dando solo la forma deseada, hasta que ya algo satisfecho… la aleja de sus ojos, y le dice…Vas por el camino que te he dado, pero falta un  poco, para que emprendas  tu rumbo, oscureció y amaneció muchas veces, hasta que comenzó a lijar, la suavidad apareció entonces, las vetas nacían a la luz de  las estrellas, espectaculares, otorgándole la  fuerza, de un verdadero corazón, el  casi… aguantando la respiración, satisfecho… va a buscar barniz natural y lo cubre con amorosísima suavidad, varias veces, lo deja descansar luego sobre un atril y contempla el corazón, nacido de sus manos, como el corazón de un niño tallado a pulso y con amor, emocionado se va a dormir y mira desde su cama…


Shedar