Si algún miedo
me sigue
como mi
sombra,
y la lluvia
moja mi rostro,
pues te has
ido de mis labios
y la soledad
me nombra,
mis manos ya
no pueden verte,
y en ellas
no tendré las flores
que no
quisiste cortar.
El frio se apodera
de mí,
y tú ya no estás,
cuando amanece,
me abraza el silencio
del bosque callado
de otoño,
donde eres
suspiro entre dos ramas
cuando sopla
el viento.
Y vuelven
los miedos, esos miedos,
de volverme
cuerda sin ti.
Shedar