Pensaba…mientras
sentía la piel de tus manos,
todo amor
tiene su propio destino
y mis ojos penetraban
en los tuyos,
tan oscuros
cual noche sin luna, cautivándome,
cuya pupila
al chocar con la mía, se agrandaba
buscando en
ellos… palabras que tus labios me decían.
Todo amor
tiene su propio destino, volvía a pensar,
permaneciendo
en la calma que me dan tus brazos.
Sintiendo en
mi corazón que tu amor es mí destino,
en el
momento en que tus labios atrapaban los míos,
entremezclando
nuestras almas. El tiempo detenido
era en esos
instantes aliado del amor, sintiéndonos,
en esos
instantes, uno con el destino.
Shedar.