La antigüedad
de mi silencio se ancló al tiempo,
tanto que ni
buceando en el fondo del mar,
encontrarás
la voz de mi corazón.
La edad ha
arrugado mi piel y nevado mis cabellos,
pero no ha
mutilado mi entusiasmo,
por lo que
mi alma sigue lozana,
para seguir
amando y jugando,
que te has
vuelto eterno en los ayeres de mi memoria.
Si tú al recordarme,
te agobia la nostalgia,
piensa que
estuve a tu lado… y no te importó.
Hoy mi alma
y el silencio abrazados esperan
que puedas
escaparte esta noche un ratito del cielo,
para
fundirme contra tu pecho, pues me haces falta.
Shedar