Cierto día llegó un poema
vestido de lejanía,
del que no diré su nombre hoy día
por que pronto el olvido
de un amor quería atrapar.
Forzó a su corazón
a entregar su querer
a quien su hombro le ha de ceder,
lavando sus lluvias del alma
naciendo sueños de ilusión y calma.
Muchas horas regaladas al tiempo
la transformaron en una criatura de
mar,
a su ángel no quiso escuchar,
pronto pisó la tierra
y lo aprendió a amar…
Entregó hasta su aire y más,
pero él despreció pronto su valor,
el paño de lluvias vertido olvidó,
no permitiéndole volar.
Ella tuvo el valor de amar y
él olvidó que amar no es un juego.