Ella leía
sus poemas al viento,
para que el
dolor perdiera su pista,
que ni
siquiera su sombra volviera.
Sus letras
escritas con la lluvia,
que caía copiosa
de las nubes,
humedecían
su rostro pálido, triste,
los vidrios
de su ventana callada
se condecían
con su honda pena.
Encerrada entre
el bullicio se retrotraía
en un
silencio mecida por rosas,
el bramido
del viento indeciso
entre sus
letras perdía fuerza,
para atraerte,
con mi ser abrazarte,
sin que con
la lluvia te desvanezcas.
Esperando viento,
que seas mi aliado.
Shedar