Antes nunca
tuve sentimientos de ira
ante situaciones
injustas,
frente a
frente conmigo
siempre en
mi silencio,
me cubría de
explicaciones.
Así viví
toda mi vida,
En un
constante comprender
las razones
del otro.
Hasta hace
poco, en las que mi garganta
no se
aquieta frente a lo injusto,
mis letras
no callan lo que siento,
la ira ni la
impotencia hacen acopio de fuerza,
saltando en
defensa de quien amo,
sin
importarme mi integridad
grita con
furia mi garganta.
Susurro a los
ángeles, suplicando
que el
demonio desaparezca de nuestras vidas,
y se consuma
en su fuego, sintiendo que la ira
fluye cuando
nuestra desgracia vuelve.
Shedar