De pronto y
sin aviso, si, sin previo aviso,
me vi mecida
por la soledad de ti,
y mi
nostalgia y mis lágrimas
se mezclaron
con las aguas de mi mar y tu río.
Fue entonces
cuando la luna plateada
fiel
compañera de nuestro amor,
testigo de
nuestro caminar desde antes
que se cubra
el cielo de nocturno color,
comenzó a
sangrar junto a mí para mostrarte
el dolor intenso que en mí causaste.
Tanta fue mi
pena que alcé mis ojos al cielo
y la luna
sangraba acompañando
mi corazón
agonizante en el ennegrecido cielo invernal,
fluyendo de
mí pecho un húmedo y pegajoso color.
Shedar