Siempre le ha gustado el mar, su inmensidad, su majestuosidad pero también le inspiraba temor más,era para ella una opción de relajación increíble, paseaba sola por la orilla de la playa,desde que era joven observando el paisaje y al ser humano, cuyo comportamiento le causaba extrañeza más sentía la libertad en su piel…esa sensación de poder lograr el vuelo, como una golondrina en pleno invierno…que el atardecer espera ansiosa…para de lo alto sentirse una con el sol, que se despedía por algunas horas…pero ella lo esperaría, como cada día con el corazón anhelante que esperanzado…quería un singular amor.
El sol en el horizonte despertaba en ella, el deseo de un abrazo fuerte y tierno, el instinto de volar alto, de ir hacia la luz que emanaba de ese círculo de impresionante fulgor… Sentir como una golondrina solitaria que con el viento en las alas era llevada a prontas horas de descanso y sueños aún sin concretar…