Madura,
segura de mí, en un tiempo imparable,
puedo decirte
con el corazón y las entrañas,
que desde
que tus ojos en un choque con los míos,
que no
dejaron ningún herido en el camino,
un centenar
de mariposas revolotearon por mi piel
y en mi
mente te hice mío, te acaricié todo,
desnudos de
prisa, viste mi alma que hiciste tuya
entre la
tierra y el cielo.
Incontenible
deseo de estar en tus brazos eternamente
me invadían
por completo, el alma, la piel, las vísceras.
Aunque el
tiempo vuela sin saber lo que siento,
me ahogo en
este mar de sensaciones que me provocas.
Espero llegues
pronto, para amarnos hasta el amanecer
cual volcán
en incontenible erupción.
Shedar