OOOOhhhhhhh tantos aromas que traen a
la mente recuerdos, esos que han puesto instantes que han dado color y calor a
mi vida.
El olor a granja me recuerda mi niñez, leche al pie de
la vaca, nada como ese sabor fresco, natural a verdadera leche sin aditivos,
animales enormes que pastan libres y seguros…al menos como niña así los veía, y
su cercanía me asustaba, el olor a establo era impactante a mi nariz, a su vez…
acogedor, si… extraña sensación, pienso porque era lo que vivía.
Cuando entraba a un emporio así le llamaban, había una
sección (todo un pasillo) de semillas y
condimentos aromas fuertes que me
envolvían toda, no recuerdo haber tocado nada, pues era tímida y una manito en
aquellos sacos aunque limpia, ¡habría sido feísimo!
El aroma a ciudad es triste, pesado,
osco, denso, murallas que están pasadas a orines, aunque en ese tiempo no sabia
que olor asqueroso era ése, porque la
mala educación ha ido creciendo,
al punto que leí en alguna muralla, (sólo para perros), da vergüenza ajena ¿Por
qué los hombres no aguantan como las
mujeres?
Ohhhhhhhhh y la vega o el matadero
tenían olores según las calles interiores, las de frutas, frescas
de inigualables aromas y sabores, que hacían las delicias cuando convidaban un
trozo para probarlas, las de verduras, las de semillas, aliños, las carnes, los
pescados y mariscos, las flores y plantas, las carnes, gallinas y pollos vivos,
pintorescos lugares, donde los gritos de los vendedores (para atraer a la
clientela, vendiendo todo fresco), me asustaban, nada tocaba pues no me gustaba
ensuciarme las manos, las calles de adoquines generalmente húmedos y resbalosos
porque rocían agua a las verduras, produciéndome asco caminar por ellas y lo hacía
entonces en punta de pies, en verdad creo que soy muy escrupulosa desde
siempre.
Está también la pérgola de las
flores, lugar donde encuentras flores muertas para los deudos, gran variedad,
hermosas formas y colores, arreglos y aromas dulzones y amargos, que para mí
era un tanto desagradable, pues era como si el aroma de los tallos de las
flores al cortarlo impregnaran el lugar , más que el mismo aroma de las flores.
También están aquellos
puestos de café donde el aroma es sensacional, te envuelve y te hace
exclamar ¡que rico! Un agradable cambio (podía respirar tranquila allí)
A veces pasábamos por donde vendían perfumes, en los
que pedías los ml. que querías, estaban en frascos de vidrio de diferentes
tamaños, algunos muy grandes aproximados
al medio metro, pero ese aroma en conjunto era desagradable a mi olfato, picaba
la nariz.
En un segundo piso están los
restaurantes donde los mariscos son el plato principal, muchos van a reponerse
de alguna fiesta, donde había conversación t ruido de loza, acompañados de
música en vivo.
También hay aromas que no he olvidado
que me eran gratos y que el tiempo se ha llevado esa parte de mi
vida, pero recuerdo que me agradaban,
cuando mi nariz recorría palmo a palmo tu piel toda.