domingo, 21 de agosto de 2011

Tarde triste


No me digas nada…
shhh, permanece en silencio 
porque… los te quiero… 
los puede romper un susurro, 
sshhh, he comenzado a necesitar 
de tus segundos, tus minutos, 
tus horas, tus días, con mi corazón, 
coral adormecido 
que espera fluyendo de tu cuerpo,
con mis manos y mis labios petrificándose. 
Las palabras dichas al aire, devorando bosques 
de un cuento de hadas olvidado y perdido, 
anegando mi alma de tronchados recuerdos, 
de poemas enviados y ya, mis pupilas 
sin sol ni luna bajan cual telón marchito, 
sin derramar lagrimas, ni una sola, 
porque de un manotazo fueron alejadas, 
en el silencio de los escombros 
de un coral muerto, ondulante solo por el eco 
de caricias, que resuenan en el desamparo 
de lo perdido, dejando en mi alma sólo astillas 
de suave y dulce miel, cuyas cicatrices 
de heridas  calladas, de esperanzas perdidas, 
soplo de vela que se apaga 
en mi pecho de tormentas diluvianas. 
Tal vez aún conserves los poemas enviados,  
como papiros ajados de olvido, 
sólo tal vez… en una tarde triste 
como hoy la mía, tú me recuerdes.


Shedar