domingo, 6 de abril de 2014

Sala de espera

Vivo en una sala de espera con ganas de nada,
silente y sangrante allí agoniza mi alma que heriste de  muerte,
para que de ti se desprenda y vacía vuelva
en un cambio de acera para no saber nada,  menos de ti.
Con mi corazón cerrado y derribado, por la pena ajado.
Escapa por mi voz el último suspiro, mujer que silente,
no mira hacia atrás a quién le hirió para siempre.
Mí corazón podrido de latir, muere en la sala de espera,
porque estas cenizas no volverán a ser fuego y mis ojos,
que un caudal aumentaron, ya no lloran más.
Muero en una sala de espera solitaria y sin esperanzas.

Shedar                                              

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