Rauda la noche trajo silencio,
muda de vientos, de ladridos,
de pasos y nocturnas aves,
sentí de pronto…
las olas que rompían
con fuerza en la playa;
que desde mi ventana escuchaba
llenando mi habitación con su cantar.
Cuando no explotaban
el canto del mar parecía venir
mezclado con el viento…
por un enorme tubo
cual sirena de un enorme barco
que le hacía ir y venir.
Negándome a cerrar la ventana
que permitía a mis oídos escuchar
la expresión de uno de los mayores
exponentes de la naturaleza
que podemos tocar y acariciar.
Agudizándose mis emociones
refugiándome en tus brazos
en este manto de silencios,
de olas y de noche.
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