Al
atardecer me acosté sobre la tierra
cubierta de ramillas muy finas, delgadas
y secas
de pinos que saludaban la entrada
de la cabañita, parecía solitaria casi
abandonada
mis ojos clavados al cielo vieron…
miles de estrellas que acaricié
con mis manos sin dificultad,
suspire maravillada del regalo de Dios,
lleno mi corazón de amor, los árboles,
el aroma a pino, el viento, la blanda
tierra
me iluminaron el alma y los sentidos,
agradecida de tanta paz, belleza,
silencio
y la oportunidad dada por mi amiga,
la quietud, el hogar brindado…
Disfrutaba mi nuevo hogar.
Shedar
pepita fernandez dijo:
ResponderEliminar21 de mayo de 2013 a las 17:28
Bendiciones al nuevo hogar , tan bellamente descripto
UN ABRAZO , AMIGA